El rebozado se convierte en una necesidad, dado que el contenido en agua de algunos alimentos (muchos pescados, por ejemplo) que hace que, en contacto con el aceite hirviendo, reaccione saltando. De esta manera sólo conseguiremos ensuciar la cocina, quemarnos y, además, el alimento quedaría reseco, pero sin ese punto dorado y crujiente por fuera, en estos casos la mejor opción; una técnica sencilla, pero que requiere sus pequeños trucos:
•Cuando queramos rebozar algún alimento, conviene que, en primer lugar, dispongamos en un plato hondo harina en cantidad suficiente para cubrir todo el fondo y tener al menos un dedo de altura
•Además, debemos tamizar esta harina para evitar que queden grumos adheridos.
•El alimento se debe manejar con las manos enharinadas o con un par de cucharas o tenedores (pero sin pincharlo).
•Una vez tengamos enharinado el producto, lo sacudiremos suavemente para que se desprenda el exceso de harina que pueda tener.
•A continuación, debemos sumergirlo en huevo concienzudamente batido. Si las piezas a rebozar no son excesivamente grandes, un cuenco puede ser una buena elección, ya que con menos cantidad conseguiremos mayor profundidad y, por tanto, mejor bañado, además de la inestimable ayuda que suponen sus curvas paredes.
•Una vez que comprobemos que el huevo ha bañado completamente la pieza, podemos introducirlo en aceite caliente para freírlo u optar por empanarlo, pasándolo además por pan rallado y haciendo una leve presión para que se adhiera mejor antes de introducirlo en el aceite.
ALGUNOS CONSEJOS
•Si le ponemos un poco de ajo, perejil o hierbas al rebozado, tendremos un resultado diferente y muy sabroso.
•El aceite debe estar muy caliente (160-170°C) y debemos freír de pocos en pocos, para que la temperatura no baje.
•Si empanas los alimentos ten en cuenta que el pan rallado ya aportará cierta cantidad de sal, por lo que debemos tener cuidado a la hora de sazonar